26 de mayo de 2008

Historias breves de Amor


El vestido que te gustaba


Está arruinado
el vestido rosado,
con el que me caí aquel día,
lleno de polvo y sudor,
descocido y remendado,
su tela casi transparente,
reveló mi desnudez.


Tantos años ha viajado,
sirviendo de pañuelo, cama y mesa,
de abrigo, comida y bebida,
pero,
hoy,
cada costura habla de una historia.

El roto de aquel día,
el día en el que me caí,
ha quedado sin coser.
Pesa en el alma,
no en el cuerpo,
y,
me hace llorar,
me hace entristecer.

He cosido otras historias,
con aliento a dolor,
pero este roto,
no lo puedo coser.
He colgado el vestido que te gustaba
en un ropero y viejo y profundo.
Desde el fondo del ropero,
el vestido rosado,
con el que me caí ese día,
me decía:
Tengo una tristeza corazonuda.
Tengo una tristeza almática.

Nocturnos y Diurnos

4
Entre la noche y el día


Te ha reclamado mi cuerpo
en la noche,
sus gritos insoportables
te buscan.

Agobiado se resigna,
no hay rastro de ti,
no hay huella a seguir,
no hay recuerdos a alimentar.
Sudores y temblores,
lágrimas y sangre,
sueños y deseos,
te dibujan en la oscuridad.
Duele mi cuerpo en la noche.

Al amanecer,
llega el día,
no quiere despertar,
no quiere buscarte,
no quiere llamarte,
pero te huele,
te siente,
te persigue sin hacerlo.
En el día mi cuerpo se duele.

Entre la noche y el día,
entre el día y la noche,
mi cuerpo se pierde.

En la noche al estar desnudo,
grita,
se funde en la naturaleza oscura de la noche,
en fugaces instantes te halla.
En el día al estar vestido,
llora,
se avergüenza ante la claridad por sentir,
se esconde y llora en las rendijas de las horas.

Las lágrimas de mi cuerpo
me ahogan.
Lágrimas y tormentas internas,
me golpean.