3 de noviembre de 2008

Ambientes gélidos



Hace frío


Hace frío…

También aquí dentro hace frío,

el leve recuerdo de unas manos

bordeando mi cuerpo

me trasladan a momentos vaciados

de sentimiento.

Ahora reposan sólo vestigios de sensaciones

que desaparecen con el tiempo,

amenazan con arrastrar rostros, voces.

Todo volverá a estar vacío.

Hace frío…

El recuerdo es sólo un pedazo de hielo

de los glaciales adheridos a la memoria.

Épocas


Septiembre


Como una mujer sin memoria,

así te extraviaste septiembre,

como la lluvia furiosa

cayendo en el tejado

formando explosiones acuáticas

y nudos cristalinos.


Así dijiste adiós.


Te sumergiste septiembre

en las gruesas lágrimas imprudentes,

que desde una región del pasado

hablaban del ayer.


El viento azotando ventanas y puertas

me alejó de tu ausencia, septiembre.

Llegaste.


Quizá esta noche te quedes conmigo.


Tu distancia como una soledad manifiesta

ocupa ese rincón

desde el que me observas,

haciendo tiempo para conversar,

o tal vez no,

sólo observas con asombro

mi cuerpo olvidado,

mi alma rebosante.


Mañana te irás, septiembre.


Cuando escuche al viento azotando ventanas y puertas

con certeza pensaré:

Has llegado, septiembre.

Seres pavesianos

Triste come me


A un ser pavesiano


Camino hacia esa pared,

la última del patio de mi casa

exageradamente gris,

descascarada por los años,

surcada por la melancolía,

herida por el pasado.

Un muro de suplicios,

parece en la distancia

Hacia allá,

hacia ella,

camino,

cansada de caminar arrastro los pies,

y un nocturno rugir de entrañas

es mi respiración.

Extraña belleza,

rara fascinación

por una pared con historia,

silenciosa, contenida,

llorosa,

que me lleva a la horca

como condenada.

Avanzo.

No, atrás no puedo volver.

No desandaré los pasos,

aunque el aire se escape de mi,

aunque mis pulmones se resientan

aunque mi cuerpo desfallezca.

Estoy cerca.

El camino cada vez más pedregoso

lastima mis pies desnudos;

mis manos palpan ya la superficie de la pared,

ahora exageradamente menos gris,

descascarada por los años

surcada por el pasado,

herida por la melancolía.

Las grietas diversas en formas y tamaño

muestran mundos misteriosos,

cada una es una vida vivida.

Desde una profunda ranura

oigo a alguien gritar

a través de una voz encerrada en el tiempo:

“No sucumbir, aunque seas tan triste como yo”

2 de noviembre de 2008

Las garras de la conciencia

Dolor de alma


Sangra el alma

y, agoniza la vida.

De pie,

dentro de una herida profunda

que supura pus y sangre,

envuelto en el sopor de la nostalgia

alguien se ahoga.

Unas manos malditas rodean su cuello.


Lentamente la vida asesinada,

sin oponerse a su propio desbridamiento,

sin un solo lamento,

sin una sola lágrima,

rompe en un carcajeo de muerte,

al advertir su propio destino.


Lánguidamente la muerte nace

a través de los ríos sanguinolentos

que inundados de pasado

escupen el dolor como piedras afiladas.


Un hilo de sangre

es el único testigo

de una profunda agonía.