30 de marzo de 2009

Cartas a Juano

Permanecé niño: Primera lección

A mi juano,

a los que hoy son la siguiente estación,

a los que que escogieron a los niños y niñas que hoy son sus padres y madres.




Permanecé en el universo de las cosas imaginadas,

dame la mano para no salir de allí.

Permanecé conmigo y trepemos a los árboles de algodón de azúcar y masmelos.

Te convoco a jugar a las escondidas,

yo me escondo en los baúles del centro de la tierra,

sé que me encontrás.

Vos te volvés invisible.

Cuando esté cansada de buscarte,

te esperaré.

Te esperaré en el pozo de las monedas de chocolate.

Permanecé conmigo y soñemos que la luna es cuadrada,

brilla de día y se puede comer.

Yo te invito a que caminemos por las letras de los libros que más te gustan,

Yo te invito a que volemos por los cuadros que pinto.

Si querés,

vestíte de azul,

imagináte de azul,

yo me vestiré de blanco,

me imaginaré de blanco.

Hagamos coronas de flores,

sos el rey y yo soy la reina,

ordenemos a través de un edicto real

que los niños y las niñas

sólo tienen derecho a ser felices,

y,

ser felices es su deber.

Saltemos en los charcos que quedan después de la lluvia,

hagamos de éstos, mares bravíos,

como piratas naveguemos en busca de tesoros inimaginables.

Naveguemos en busca de los tesoros

con los que soñamos.

En el campo, en el pasto, bajo los árboles

jugá a ser dinosaurio multicolor

que yo me haré un delantal de maiasauria mamá …

En la noche o en el día,

cuando cansados estemos de jugar,

nos iremos a dormir.

Si querés armamos una carpa donde querás,

y dormimos allí,

o, nos acostamos debajo de la cama

y dormimos para soñar.

Soñá,

soñá que hoy, sólo por hoy,

podremos hablar al revés

y el mundo nos entiende.

Soñá para crear.

Y si vos querés,

permanecé en el universo de las cosas inimaginadas,

soltáme la mano cuando te sintás que podés estar allí por tu cuenta.

Cuando ya sintás que el camino se te hace pequeño,

que tus pasos te llevan a otros universos,

andáte,

no lo dudés,

volá,

sólo así sabrás si valió la pena trepar otros árboles,

jugar a las escondidas,

ser rey,

dormir en carpa

y ser cómplice de los soñadores que te encontraste mientras crecías…

Andáte,

volá,

que yo me quedo con mis propios universos,

los mismos que te regalé alguna vez,

Y, quizá cuando te vayás

me los dejés.

Si te los llevás,

no te preocupés por mi,

recordá:

No me harán falta,

he permanecido siendo niña.

23 de marzo de 2009

Escritura surrealista

Hoy es violeta... violeta nostalgia, violácea tristeza... hoy es violeta, ahora es violeta

A veces la nostalgia te atrapa como una hiedra, como esa hiedra enredada en aquella casa de Roveretto que no olvido, en donde me senté a llorar por muchas horas; te atrapa con hojas, tallos y raíces la hiedra de la vida. A veces sucede, cuando sucede, que la felicidad es efímera, que la felicidad es autodestructiva, que la felicidad sólo dura un fin de semana, un día, unas horas, unos minutos, unos segundos. Sucede también que cuando no se espera, el destino hace lo suyo: lugares, circunstancias, personajes, historias. Sucede que es la "combina", sucede que esa misma deja de combinar después de la media noche y el corazón se cierra nuevamente, de nuevo el cuerpo se cierra, los ojos se cierran para dormir y para recibir el día nuevo y, la historia se repite, el silencio es el protagonista, sucede que callamos, sucede que hablamos de otros asuntos más importantes que pueden ser de interés para otros, sucede que sucede... Sucede que no podemos bajarnos del tren de la vida aún.

Y después... arreglar el equipaje para huir... huir espiritualmente. Sin pensar contruimos los muros, las paredes; ponemos los cerrojos, las rejas y los candados y nos vamos de viaje. Nos tragamos las llaves y vomitamos un espeso dolor que deja el malestar para toda la vida, porque para ese daño no sirve tomar diariamente a las ocho de la noche el pocillo con agua tibia, ese fue el secreto que mi papá no alcanzó a contarme, pero que yo descubrí. Sucede que recogemos los pasos mucho antes de saber que moriremos, no cuando morimos, los recogemos antes, como lo anuncian ciertas sinfonías... Recogemos las historias, recogemos los sentimientos, recogemos pedazos de vida y ya nada puede ser, miramos atrás y es tan poco lo que nos llevamos que nos damos cuenta que vivimos una vida triste y, es ahí, justo ahí, en ese instante, ese momento, en ese justo minuto cuando somos conscientes de que no se puede caminar más porque no hay nada que recoger. Ahí es cuando morimos. Cuando la tristeza nos carcome.

Y de la soledad en el camino... ni escribir, aunque es distina a la tristeza. Tan absolutamente solos como cuando Andrés Caicedo dijo que no valía la pena vivir más allá de los 25, tan absolutamente solos que vemos a nuestro alrededor y todos sonríen, y como dijo Margarita el sábado con esa voz que me exaspera por tanto dolor producido en mi corazón, habla y me duele: "Yo no entiendo de qué se ríen Ustedes". Y con la mirada le dije: "Margarita, nadie entiende por qué nos reímos, nos reímos porque hay que reír... y si no entendés es porque también estás por fuera de este mundo; por aquí no encajás, por allá no lográs... pero qué ibas a entender Margarita, o quizá si... pero no me importa, yo sé por qué pienso que no entendés".

"Recordando a mi abuelita"... escucho en la voz de Lavoe... y me agarra la tristeza. Pero por qué diablos me pasa, si yo no tuve abuelitas, conservo sólo recuerdos terroríficos de color negro cuando evoco a las abuelitas... Pero por qué me pasa, qué sé yo... seguro porque ya no tengo las buenas noches de ellos, porque ya no tengo besos en los pies, pero para qué si están enfermos; ya no tengo besos en la frente, pero para qué si en mi cabeza hay un tumor nostálgico; ya no tengo abrazos de media noche, pero para qué si el frío que tengo es un cristal que no lo rompe la luz de un corazón. Tanto tiempo para darme cuenta... tanto tiempo para decir... como me gusta decir: Nos sos vos, soy yo...



17 de marzo de 2009

Colores en el alma...


Mujer Niña Arco Iris


A RG,

un ser arco iris también…


Mujer niña arco iris…

Bajo tu piel se halla el color azul,

el color del universo,

el color de tu sensible piel.

Y bajo tu piel vago,

vago por un túnel dulce y nostálgico

cubierto de azul olor…


Mujer niña arco iris…

El amarillo de tus pechos

alimentan al hijo que tienes,

a los hijos que no llegarán,

a los hijos que aguardan aún

en el fondo de tu vientre.

El amarillo de tus pechos

huele a maternidad,

sabe a leche y miel,

sabe a dulce leche dulce.

El amarillo de tus pechos sabe a amarilla vida…


Mujer niña arco iris…

En el blanco de tu cuerpo

se halla el silencio del amanecer,

la calma del mar de mi infancia

por el que navego haciéndome presente.

El blanco de tu cuerpo

es un manto por el que se desliza tu blanca lentitud…


El rojo,

mujer niña arco iris,

te cubre desde los pies hasta la cabeza.

Es el rojo lecho donde busco la piel,

es el lecho rojo donde descanso

después de vagar por un túnel dulce y nostálgico,

después de beber tu amarilla vida,

después de navegar en tu blanco cuerpo.


Cuando llego a tu lecho

el manto se tiñe de rojo,

a través de él se deslizan las palabras

hasta la estación de los sollozos y gemidos,

hasta el manantial de las felices lágrimas,

rojas lágrimas,

blancas lágrimas,

amarillas lágrimas,

azules lágrimas.

Arco iris lágrimas,

lágrimas arco iris…


Mujer niña arco iris

brillan tus colores en la oscuridad,

irradian dulzura, vida, deseo.

Tus colores llenan los pequeños huecos de mi piel,

tus colores se confunden con mis olores a mundo,

con mis olores a desamor,

con mis olores a tristeza,

con mis olores de ausencias.


Mujer niña arco iris

viene de nuevo el sol

después de la lluvia de tus colores.