30 de abril de 2009

Cerrando abril


Una gota de ámbar

No quería nombrarte.
pero a nombrarte me has obligado.

Me agotaste.

Te clavaste a la pared de mi espalda,
los grillos de una noche espesa comenzaron a cantar,
cabellos y dientes han quedado regados en el suelo
traídos por libélulas salvajes y prehistóricas.
Una gota de ámbar se forma en mi ombligo.

El sabor amargo de mi boca te nombra pero una corriente oscura se llevó mi voz.
Busco en las enredaderas de mi pasado,
en las rejas del antejardín de mi vida,
pero un apuesto y mequetrefe olvido se burla de mí
No hay lugar para un nombre.

Olvido tu nombre para crearte de nuevo,
debes dejar de existir para hallarte,
para amarte en un amor sin cauce.
Con un puñado de barro en mi mano me siento la alfarera de tu camino.
Deja que sea la tierra y el agua los elementos que te sitúen en el mundo de nuevo.

Así puedes conmigo, no de otra forma.
Así puedes encerrarte en esta oscuridad que me baña,
sin hambre de vida, sin hambre de deseo.
Puedes quedarte en la puerta, pero no toques,
yo saldré de cuando en vez, alguna vez y quizá otra vez.

No me obligues, no puedo nombrarte,
la llama que inflama tu boca en mi cuerpo se extingue si te haces vida,
aliméntate en mi útero, pero no me obligues a nombrarte.
Sólo puedo con pequeñas muertes arrancarte esa rabia del cuerpo,
llevarte hasta un solitario rincón, hacerte sollozar, gemir y llorar.
Pero no puedo nombrarte,
mi corazón es fugazmente sensible a la música de un nombre,
pero el ardor perece pronto, la belleza muere.
No hay lugar para otra sinfonía.

No serpentees por mis piernas,
por mi vientre,
por mi pecho,
por mi cuello,
por mi boca,
no existen puertas abiertas.

Quédate en silencio, callado, mudo,
excitado, adolorido y contrariado,
no soy la fiesta que brota de mi cuerpo,
no soy el licor que embriaga sentimientos,
no agrietes el vidrio a través del que te observo.

No grites tu nombre,
no me nombres tampoco.

Sólo basta una mirada hacia atrás,
y,
en otro momento a nacer, volverás.
En otro momento la gota de ámbar serás.

2 comentarios:

Pedro Cárdenas dijo...

Que bello, ¿cómo haré para olvidar?, si no puedo dejar de nombrar, y cuando lo hago los recuerdos se pertrechan en mi ser....Buenas palabras

un abrazo cronopio

Adriana dijo...

Gracias Pedro por tu comentario... Captas alguno de los sentidos que aparecen ahí, al nombrar se recuerda, por eso es mejor no ponerle nombre a nada, como antes de que el tiempo se hiciera tiempo, no existían los nombres.
Un abrazo ariadnesco!!!!