2 de junio de 2008

Historias Breves de Amor


Carta a una mujer engañada

Tú, mujer,
no creas que soy yo.

La culpable no soy de tus angustias,
de tu dolor,
de tu infinita agonía.
No soy yo.
Expúlsame del odio que albergas en tu corazón.

Yo, mujer,
lejos estoy de marcarte a través del sufrimiento,
ausente estoy de tus noches en vela.
No podría causarte tristeza alguna
deleitándome en placeres prohibidos.
Nunca podría llevarte al abismo
a causa de mis libertades y desatinos.
Soy yo misma una mujer como tú.

Mujer,
Sé tanto como tú de desamor.
A mí me ha ganado el corazón,
A mí me ha golpeado la traición.
He navegado por los pozos profundos de la desolación.

Por eso no soy yo quien tú crees que yo soy.
Corre, vete corriendo, corre más rápido,
que el esfuerzo te ahogue,
que el corazón se apresure,
te aguarda él.
Llega pronto
y,
ponte el vestido de color azul,
llénate de rojo deseo,
embelésate con amarillo perfume,
embriágate con los aromas de tu rosado sexo,
arrebátate con tus marrones pechos,
descúbrete
y,
sé hoy,
una Mujer.

Sé hoy,
la mujer que tú crees que soy yo.

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