2 de noviembre de 2008

Las garras de la conciencia

Dolor de alma


Sangra el alma

y, agoniza la vida.

De pie,

dentro de una herida profunda

que supura pus y sangre,

envuelto en el sopor de la nostalgia

alguien se ahoga.

Unas manos malditas rodean su cuello.


Lentamente la vida asesinada,

sin oponerse a su propio desbridamiento,

sin un solo lamento,

sin una sola lágrima,

rompe en un carcajeo de muerte,

al advertir su propio destino.


Lánguidamente la muerte nace

a través de los ríos sanguinolentos

que inundados de pasado

escupen el dolor como piedras afiladas.


Un hilo de sangre

es el único testigo

de una profunda agonía.


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