22 de enero de 2008

Historias Breves de Amor

No viniste nunca.
No llamaste después.
Era importante que vinieras alguna vez.
Esa llamada, la que no ocurrió, podría haber sido fundamental.
No fui, no pude, quizá nunca podré.
Entonces ¿para qué llamar?
¿Podría ir alguna vez?
Ayúdame a quitarme del alma esta sensación.
¿Me la explicas?
En las mañanas… es la de no encontrar la puerta para abrir tu casa;
en las tardes… es la de no saber llegar a ella;
en las noches… es la de no tener certeza sobre el lugar donde habitas, al que pueda llegar y abrir la puerta tal vez.
No quiero que llegue la noche,
No quiero que la noche llegue.
Nada puedo decir.
No eres culpable del puente roto que existe entre los dos.
Me voy.
Yo me quedo aquí… Te veré hasta que tu figura se pierda a medida que la distancia se hace más grande.

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