14 de enero de 2008

A propósito de una noche de domingo: entre el insomnio y la nostalgia

Salomé. Gustav Klimt.
Y él dibujó una ventana en el aire por la que se asomaba tímidamente para verla sin que ella lo supiera, la veía cada día, le hablaba sin que ella lo escuchara, le acariciaba el cabello con la misma cadencia con la que el viento lo hacía. El observaba cómo ella prodigaba sonrisas a quien se encontrara, le asombraba su carita de felicidad y alegría cada día. Ella corría, iba y venía, la vida no le pasaba. Ella le pasaba a la vida... Un día ella descubrió la ventana y miró a través del vidrio. La ventana se encontraba sin seguro. Sin esfuerzo pudo abrirla y se encontró así frente a ese rostro nunca antes conocido, o quizá si, o tal vez no. Entre el asombro y la ternura no lograba saber en qué estación de su vida habría podido dibujarlo de memoria, a veces tan claro, a veces tan difuso. Entre la nostalgia y la vergüenza, él quiso cerrar la ventana en un solo movimiento. Ella lo detuvo y abrió la ventana de par en par. La ventana nunca más se cerró.

1 comentario:

Jorge Arce dijo...

"Y el dibujó una ventana en el aire por la que se asomaba tímidamente"...me gusta mucho esa imagen. Y, como siempre, me gusta leerte. !Un abrazo!