5 de abril de 2007

Ecléctica?




Si hay una expresión que pueda definirme es la de tender al eclecticismo, en ocasiones confundido con un estilo kitsch (quizá me anime más adelante a dar rienda suelta en unas cuantas líneas una comparación entre lo kitsch concebido por Adorno y lo kitsch concebido por Kundera, pero eso es como muy intelectual y aburrido), estilo sobre el cual no voy a discurrir ahora, pues me quiero centrar en el sentido de lo ecléctico en la existencia - de mi existencia? -.




El eclecticismo no es un "invento" reciente, es decir, no es ni posmoderno, ni contempóraneo, ni novedoso, ya que en la antigüedad se hablaba de lo ecléctico como una forma de encontrar puntos de vista, criterios, esquemas compatibles entre escuelas de pensamiento diversas, en donde no importaba el todo o la armonía final, importaba más la "combinación de las partes".




En el Arte también ha habido una alusión a lo ecléctico, particularmente, en la Belle Epoque se hizo muy popular. Como me hubiese gustado vivir en ese París de finales del Siglo XIX para bailar una endiablada quadrille naturaliste en el Moulin Rouge y para disfrutar de aquella irreverencia expresada magistralmente por Lautrec cuando afirmó: !La pintura es como la mierda, se huele pero no se explica!.




Volviendo al punto de origen. Me he declarado hace mucho tiempo como ecléctica, y lo disfruto. En cuanto a gustos musicales puedo ir desde las Cuatro Estaciones de Vivaldi, pasando por la Trova Cubana hasta el Vallenato - Rock de Carlitos Vives; he leído desde la Dama de las Camelias de Dumas - obra que me estremeció - pasando por un par de libros de una mujer - a la que jamás volví a leer - de apellido Botero que publicaba una serie de poemas de adolescentes hasta la biografía del Che Guevara de Jon Lee Anderson; he usado desde la famosa "mota Alf" popular a finales de los años 80's pasando por el cabello largo y liso de universitaria hasta el famoso "grafilado", dado que hoy por hoy las melenas están en furor; y un largo etcétera de gustos diversos que, contrariamente a lo que sucede con la moda, nunca pierden para mí - aclaro - lo "fashion".




Sin embargo, en el último tiempo, particularmente cuando ya he atravesado la frontera de los treinta, me he preguntado si el eclecticismo que proclamo no es una especie de nostalgia por los tiempos idos - que no creo hayan sido mejores, simplemente fueron -, pues sencillamente no logro despegarme de épocas o de una especie de ambiente que gobernaba y de los sabores y sensaciones que dejaron.




Por eso sigo pensando que soy ecléctica, porque siempre conservo de épocas pasadas, o trato de conservar, parte de su esencia. La mezclo con el presente, con este tiempo que va corriendo más rápido - o el período de cobro de servicios públicos cada vez es más corto? -; un tiempo en el que me enfrento recordando y conciliando los/as amigos/as de ayer con los/as conocidos/as de hoy, porque en materia de amigos/as y conocidos/as hay de todo y, lo mejor, a casi todos/as logro entender, a excepción de unos cuantos personajes que son muy radicales y no entienden mi eclecticismo: mis deseos cambiantes y variantes de escuchar Richie Ray y después deprimirme con un Silvio Rodríguez o Pablo Milanés; mis deseos cambiantes y variantes de querer vivir en Cali con el frío de Bogotá, porque acá puedo usar bufandas y gorritos, entrar a la Salerno y tomar un chocolate leyendo un nuevo libro comprado en la Lerner. En Cali? Lo más parecido sería ir a leer en los cafés cercanos a la Tertulia a las seis de la tarde cuando el calor no sea tan sofocante. Aún así me gusta Bogotá porque es la ciudad donde puedo realmente ser ecléctica y confundirme en su eclecticismo, el que grita por todas las esquinas, el que brota en los bares, en las bibliotecas, en las universidades, en los museos, en el cine.




Soy ecléctica porque siendo bogotana de nacimiento, vallecaucana de corazón y con un acento caracterizado por una mezcla entre lo rolo, lo valluno y lo costeño - después contaré por qué - me siento que no soy de ningún lugar y, por esa razón no tengo compromiso alguno con la búsqueda de una identidad fija. Quizá en este punto del eclecticismo pase a lo kitsch kunderiano, pero eso será tema de otra ocasión.




Van algunos escritos en verso sin rimar...




XLII.

En este preciso momento
no hace falta
el antes
ni el después,
sólo son tiempos
inconclusos
complementarios
y conjugados
en un sólo momento...
un ahora
que resplandece
entre
un pretérito compartido
y una callada ausencia.




Mi Cubierta Desnudez



Difusamente
reflejada
en la claridad
de mi espejo interior,
sin máscaras,
sin sonrisas,
sin lágrimas.
Cubierta de pies a cabeza
con mi propia desnudez,
tan amada,
tan añorada,
pero, tan lejana.

Pienso:


es un tanto difícil
mirar hacia adentro
y
no sentirse ajena.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ah! ese si estuvo chévere, Mi Cubierta Desnudez...tienes madera, chica...Tienes madera.

Anónimo dijo...

no se su "nombre" desconocida Señora/ita se sin embargo que me he enredado en su descripcion... puesto que segun yo ya me iva para regresar despues... Ser eclectica/o supongo es de lo mas practico puesto que tomar una parte de un algo y otra parte de un todo...hacen que al final formemos un todo o un algo y asi todos contentos... en realidad estoy desvariando!...

desearia tanto a veces poder saber... si en algun momento de mi vida me encontrase en la calle caminando sino me he topado con usted... si las premoniciones fuesen ciertas y las coincidencias no tan raras entonces al cruzarme en su camino alzaria la vista y asi podria saber!...

-.elis.-